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Primuseum es una casona de la ciudad vieja que data desde 1870, en donde se alberga una colección con más de 3000 antigüedades.

El nombre significa Museo del Primus, ya que este artículo marca el comienzo de esta gran colección que comenzó el Sr. Aldo Mazzoni hace más de 30 años.

Primus es la primera marca patentada de las cocinillas a querosene que se utilizaban en las casas para cocinar, calefaccionar y trabajar, hasta hoy en día algunas personas las siguen utilizando. Esta marca proveniente de Suecia fue manufacturada por la empresa BAHCO en 1891.

Además de contar con alrededor de 300 Primus, dentro del museo se pueden observar una variedad de artículos que se usaban diariamente en nuestras casas, bares, almacenes, cafeterías, por ejemplo: muebles de diferentes sitios de encuentro, como las sillas y mesas del mítico Café Sorocabana, botellas de leche, refresco, cerveza, licores, heladeras, faroles, sopletes, lámparas, destapadores, vasos, copas, vajillas, carteles, propagandas, entre otros.

Museo 1

Museo 1

Museo 2

Museo 2

Museo 3

Museo 3

Museo 4

Museo 4

Museo 5

Museo 5

Museo 6

Museo 6

Relatos de Aldo Mazzoni

El Primus es mi gente que no está…

Muchas charlas, reuniones de familia, acontecimientos importantes, transcurrieron alrededor de él. Nos brindó su calor, escuchó nuestras confesiones, nos dio tiempo necesario para reflexionar mientras se calentaba el agua para el mate, o esperábamos que hirviera la leche antes de llegar a la Escuela.
El fue nuestro compañero silencioso sin saberlo.

El primus nació conmigo, lo conozco desde que tengo uso de razón, ya que en la casa de mi Abuela paterna, “Doña Rosa” para los vecinos (1), o “Rosita” para su familia, nunca faltó uno, encima del fogón de la cocina, junto a su alcuza azul.

En su primus siempre lustroso, cocinaba todo tipo de comidas, ejecutaba el recetario completo con varias “operas primas”. 
Ayudada de un “Horno de Primus”  marca “Aluminos Mariposa” (2), también había marca “Fueye”, cocinaba varios platos dignos de sibaritas, como el “asado al horno con papas, boniatos, tomillo y demás secretos”, “tortas dulces” para la merienda y todas las demás comidas de olla que se puedan imaginar, “puchero”, “guiso de lentejas”, etc., Nadie hacía “los churrascos a la plancha” como ella, era un ritual.

Derretía previamente unos pedacitos de grasa de pella en la plancha (3) ya caliente, que le daban un sabor inigualable al cocimiento, para luego, una vez que estuviera a punto, le agregaba esos pedacitos ya consumidos, para luego espolvorear con una lluvia de sal entrefina. 
No tuvo cocina por elección propia hasta principios de los años 70  que mi padre le compró, pero nunca la usó,  decía “como el primus no hay”, y te mostraba otro aparato que tenía encanutado como reserva debajo del placar de la cocina.
Casa por medio de lo de mi Abuela, vivía el Letrista de Murgas más famoso del Carnaval uruguayo, Eduardo “Tornillo” Gamero, del que nunca se dejó de escuchar la retirada de su autoría en los Patos Cabreros de 1953, y en sus ratos libres, reparaba los primus de algunos vecinos que requería sus servicios.Algunas veces me mandaba mi Abuela a llevar el suyo, que no era marca Primus, sino ILSA (4), cuyas siglas querían decir: “Izeta López Sociedad Anónima”, y era fabricado en Uruguay.

El otro artefacto por el que siento el mismo cariño, es el Farol a querosén (5), que era el guía y compañero inseparable de mi Abuelo materno Tito, para la “pesca a la encandilada” en el Puertito del Buceo.  Salíamos caminando, calderines en mano, a través de las calles de La Mondiola, pasando por el costado del entonces Hospital Fermín Ferreira, hacia la playa, con la esperanza de una buena pesca de majuga (generalmente pejerreyes). 

Esos mismos faroles eran los que llevaba mi Abuelo con mi Tío Luis “el Marino” (6) y sus demás Amigos, a su semana de cacería anual junto con una Cocina “Volcán” (7). Los mismos faroles eran los que iluminaban el Rancho del Puertito del Buceo en sus tenidas inconfesables.